DESPEDIDA DE ELEONORA CASSANO KONEX DE PLATINO 2011 Enero Marzo | ||||||||||
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El anfitrión universal 02/08/11 | |
En medio de tanta fobia social y auricular aislante (sepámoslo: a la gente que anda por ahí no le gusta tanto la música; le disgusta la sociedad que le toca respirar), se encuentra Horacio Cortés, el Negro. Rey de anfitriones. Recibidor profesional. Horacio se encarga de dar sala desde hace 17 años en el Teatro Maipo. ¿Cómo se le dice al tipo que da sala? Esa es la referencia y hacia allí partís con una cámara oculta como las de América. Hay que observar al personaje, estudiarlo de cerca. Horacio ríe para que tengas. “Hola”, “buenas tardes”, “pase por acá”, “yo la acompaño”. Lo mirás hacer lo que se diría reírse todo el tiempo. Horacio es más adictivo que el Twitter. Se te da por imitarlo tímidamente contra un fragmento de espejo camino al pullman. Sonreír, sonreír. Como si miraras a un chico de 36 horas de vida. En un rato vas a estar cruzando la puerta que da sobre Esmeralda sonriendo de frente y de perfil, con molares y dientes trituradores. Una sonrisa mercadotécnica y todoterreno para el tachero. Otra poderosa y compradora para tu jefe. Y a la noche, el dilema contra la almohada: ¿Terapia o dentista para una redecoración de interiores? “Soy el jefe de sala del Maipo, el máximo responsable de todo lo que sucede acá. Corto las entradas y me ocupo de las relaciones humanas sin ser gerente de… Lino Patalano, ¿lo conocés a Lino?, él me insistió hace mucho tiempo para que yo me dedicara a esto. Me decía que había nacido para ser jefe de sala. Me convenció, dejé de trabajar en Pumper, Pumper Nic, ¿conociste Pumper?, y yo, feliz… No, acomodador es otra cosa; no soy acomodador ni boletero. Doy clases de sencillez. El público viene a disfrutar y yo me ocupo de que el placer empiece en la antesala”. Y a la noche, el dilema contra la almohada. ¿Osho u odontología implantológica? No importa. Una hora y pico de Horacio es aprender a que nunca más sonreirás con los labios apretados. “Permitime la vanidad: ningún espectador es tratado como en el Maipo; es como si… como, ehhh….” Las palabras no tienen que explicarlo todo, Horacio. Si se tratara de ver gente que pasa, podría decirse que él es el más trascendental de los porteros. Ni patovica ni chancho de bondi ni boletero de subte ni empleado de peaje. El negro Horacio hace rato que viene pasando revista a miles de ojitos que circulan por ahí como si detrás de esos chispazos hubiera almas. “En definitiva veo gente que paga por consumir un poco de cultura”. Fuerte ese aplauso. “De los trabajos donde se ve pasar gente, seguro que soy el que mejor la pasa, je. ¿Me creerías si te dijera que algunos espectadores me saludan con un beso?… No, soy cero cholulo, no me interesa ese aspecto. Alfredo Alcón es un señor que actúa y punto. Cuando puedas preguntale a Marilú Marini con quién le gusta tomarse unos mates cada vez que está en Buenos Aires….” Si hasta Nico Repetto parece de verdad cuando se cruzan. “Y, evidentemente, hay algo conmigo”, dice serio por primera y única vez. Y a la noche, contra el espejo: el labio inferior empuja a labio superior con una presión leve. Smile. ¿Los hábitos intachables harán a la felicidad? A Horacio esto le importaría un pepino: los elegidos no precisan tener conciencia exacta de lo que sucede. La misma naturalidad para reír y para contar lo de las sátiras. ¿Qué son las sátiras? “Cuando hay onda, con Norma Aleandro, por citar un ejemplo, hacemos un Lado B de las obras que bajan de cartel. Son como una recopilación de furcios y errores. De tanto ver las funciones, sabés dónde se equivocaron y dónde metieron mal la letra…” ¿Por qué Patalano no avisa de estas cosas? “Los roles se invierten y en Master Class, Norma hacía de acomodadora y yo me subía al escenario… Es muy gracioso. Si nos llevamos bien con los actores, hay sátira”. Una señora se para, la ñata contra el vidrio como en el tango. Horacio la mira y arroja una de esas sonrisas sin miramientos que pueden tener efectos bíblicos. “Este señor es el Maipo”. Si usted lo dice… |