Febrero

«Viva la Revista en el Maipo»

Viva la revista en el Maipo

Viva la revista en el Maipo

Viva la revista en el Maipo

Viva la revista en el Maipo

CRIS MIRO (Gerardo Elías Virguez)
Argentina 1968- 1999 actriz, vedette y travesti. Popularizó el travestismo en la revista porteña.

Si Flor de la V reina hoy en el teatro de revistas, es porque Cris Miró abrió puertas del espectáculo que a comienzos de los ’90 estaban clausuradas. Bellísima, discreta, elegante, fue sex symbol y algo más.
Por Natalia Gelos

Cuando ella entró aquella noche de 1993 en el pub Gasoil, en el núcleo de la noche gay porteña, el productor teatral Lino Patalano quedó boquiabierto. La sensualidad repartida en ese metro ochenta y cinco de estatura; el pelo de odalisca, en cascada, y los ojos cristalinos custodiados por cejas fuertes, de guerrera. El pub ofrecía shows de strip tease y de transformismo, pero era esa figura imponente la que atraía las miradas. «Es lo que le falta al espectáculo, a la revista argentina, una mina como esa», le dijo Patalano a un amigo. Alguien se acercó.

–¿Patalano? Le quiero presentar a Cris Miró.

–¡Ah, qué linda mina!

–No, no es una mina. Es un hombre.

Dos años después, Patalano ya era director del Teatro Maipo y cumplió con la promesa que había dejado aquella noche. La convocó como vedette para Viva la revista. La carrera de Cris Miró conoció entonces el vértigo de la fama. En cinco años de luces y aplausos dio visibilidad a las travestis en el espectáculo.

Hija de padre militar y madre con alguna fugaz actuación, nació el 16 de septiembre de 1967. Fue anotada como Gerardo Elías Virguez y se crió en un hogar de clase media en el barrio de Belgrano. «El DNI es un número, algo penosamente insuficiente. Deja constancia del sexo que se ve, pero no del sexo que se siente», diría años después la estrella Cris Miró.

Su infancia no tuvo fútbol. Jugaba, para desconcierto familiar, y del barrio, con la Mechuda, su muñeca preferida. Esteban, hermano mayor, recuerda: «Hablaban a sus espaldas. Tratábamos de taparlo, de cubrirlo, intentamos que tuviera una novia. Llegó a salir con una chica a los 14, 15 años, pero ni la agarraba de la mano».

Fue por esa época que blanqueó lo evidente. La escena, contada por Cris Miró, la muestra hablando y a su padre escuchando, en silencio. Y en silencio la abrazó cuando todo fue dicho.

Al terminar la secundaria, Cris estudió Odontología. De día, mantenía su disfraz masculino, acudía a la facultad, trabajaba en una tienda de ropa. De noche, los vestidos y el maquillaje la volvían real. Se hizo conocida en el ambiente under: Contramano, Búnker, Gasoil. Hizo algo de teatro con Mónica Cabrera en Las criadas. Y papelitos en el cine: Dios los cría (1991), de Fernando Ayala, y La peste, con Luis Puenzo. En 1992, el mundo cayó rendido ante el film irlandés El juego de las lágrimas, cuyo personaje principal era travesti, pero Buenos Aires no estaría lista para ese destape sino hasta tres años después. Viva la revista hamacó a Cris hacia las tapas de semanarios, los programas de chimentos y las visitas a los shows de Susana Giménez y Mirtha Legrand. Debutó sin hacer explícito que era travesti. «Era sotto voce. Era gracioso ver si la descubrían. Cris nunca fue obvia, como un montón de gente que conocemos hoy –dispara Patalano–. Cuando empezó, no usaba tetas. Y eso le daba el triple de valor, porque ese es el verdadero transformismo. Ella abrió las puertas no sólo por ser una artista, sino por su finura. Tenía nivel y sofisticación. Era una señora.» Su convocatoria se medía en números. Una función a la que se anunció que no podría asistir recibió un aluvión de entradas devueltas.

El espectáculo brillaba en una década signada por el travestismo político. Un riojano había llegado a la presidencia con un discurso de reivindicación federal y peronista y gobernaba a puro liberalismo económico. Cris era apolítica, pero un día capturó todos los flashes en la Casa Rosada. Actores, autores y directores fueron a repudiar el proyecto de gravamen a los espectáculos públicos.

Con cada nota que se escribía sobre ella, comenzaba a darse una batalla silenciosa y quizás involuntaria. Cada artículo titubeaba entre el masculino y el femenino. Desde el lenguaje se ponía en juego la identidad. Pero Miróera tan criticada por su identidad sexual como por ser demasiado femenina. «Es que a Cris las travestis la veíamos como transformista que se disfraza de mujer. Y nunca terminó de definir la mujer que quería ser», dijo alguna vez Florencia de la V a la revista El Teje. De la V aprovechó la puerta abierta por Miró reemplazándola en la obra Más pinas que las gallutas, que Hugo Sofovich presentaba en el Teatro Tabarís. Había que salir a escena en corpiño y bombacha, al grito de: «¡Me violaron!». Era 1997 y una neumonía había obligado a Miró a dejar la obra.

Damisela frágil, bomba sexual, Miró transitaba sus días de gloria sin entrar en polémicas. Sólo una vez acudió a Tribunales. «Es un homosexual en decadencia», había dicho Gastón Portal.

Su vida estaba en otro lado: estudiaba actuación y danza con Julio Bocca. Hacía un semidesnudo en su show erótico Un verano con Cris; desfilaba para Roberto Piazza; se había sometido a una sesión de hipnosis televisiva; participaba de programas como Videomatch o Rompeportones, donde su boca en trompita fingía ingenuidad.

En febrero de 1999, su salud empezó a flaquear. «¿Qué le pasa a Cris Miró?», se preguntaban en mayo los mismos medios que se cansaron de difundir rumores sobre romances con futbolistas y artistas que ella, tan elegante como discreta, jamás se ocupó de confirmar ni desmentir.

Murió ese año, en la tarde del 1º de junio. Su familia siempre negó que la causa haya sido el sida, enfermedad por entonces mortal, generadora de terror, prejuicio y más discriminación. La Comunidad Homosexual Argentina, con quien ella siempre mantuvo respetuosa distancia, la despidió con un reconocimiento: «Tuvo la valentía de ser una persona travesti que se enfrentó públicamente a la intolerancia desde su trabajo y desde su arte. Sufrió la peor de las enfermedades: la de la discriminación». Miró lo sabía. Nada es fácil para quien canta «Prí»

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La primera – ElArgentino.com
Cuando ella entró aquella noche de 1993 en el pub Gasoil, en el núcleo de la noche gay porteña, el productor teatral Lino Patalano quedó boquiabierto.


Marzo
«Los Pandiya» Rock para chicos

Agosto
«Niní» Marilú Marini.

Septiembre
«La Cassano en el Maipo» -temporada- Eleonora Cassano. Dirección Ricky Pashkus

Octubre
«50 Años» Jaime Torres

Diciembre
«Navidad por la Vida» 2da. Edición Beneficio FUNDAI Edda Diaz, Osvaldo Laport, etc.